Viñetas Número 78

Reflexiones, diálogo y comunidad
Línea Uno
Boletín No 78, Toronto, Enero 7 de 2022
Boletín Línea Uno, Toronto, Ontario
Consejo de Desarrollo Hispano
DESIGN
BLOG
Go to content

Viñetas Número 78

Boletín Línea Uno 78 Informativo y cultural - Consejo de Desarrollo Hispano / Hispanic Development Council - Toronto - Canada
5 January 2022

por Luis Carrillos

 
 
Amigas y amigos, estoy una vez más llegando a ustedes. Esta vez para contarles de la jubilación de una estimada colega.

Amparo Escobar se retira

Me voy a retirar y no me van a ver por un tiempo, pero en 6 meses voy a reaparecer con el Consejo de Desarrollo Hispano. Le dije a mi gente en los últimos meses.” Eso es lo que recuerdo haber escuchado de Amparo en algún momento de la conversación, cuando Lida y yo nos encontrábamos tomando un café cuando fuimos al Lawrence Allen Centre, que anteriormente se le conocía como Lawrence Square Shopping Centre. El motivo del encuentro era el de entregarle a Amparo una muestra del aprecio que tenemos por ella por su servicio a la comunidad Latino/Hispana y su relación con nosotros en los últimos veinticinco años o más.  

Cuando nos retirábamos, camino al tren subterráneo, le digo a Lida que nuestros deseos de que Amparo se una al grupo del Consejo en su nuevo papel de ‘retirada’ y nos apoye con su experiencia y afecto por las personas participantes que llegarán, y por los que la seguirán, personas que por veinticinco años Amparo ha servido como consejera social comunitaria desde la North York Community House -Casa Comunitaria de North York. (Hasta 1998 para los no residentes de Toronto, North York era una de las cinco ciudades que en ese año fueron amalgamadas en lo que hoy es el Gran Toronto)

Volviendo al encuentro al interior del centro comercial, quiero mencionar que como prueba del aprecio que las personas que se favorecieron de su apoyo de consejera tienen por Amparo, traigo a cuenta un fugaz instante en que mientras los tres conversábamos  de esto y de lo otro, una mujer con uniforme de mantenimiento de alguna empresa mientras estaba en medio de sus labores, con escoba y pala en mano, y por supuesto con su respectiva mascarilla, se aproxima donde estábamos y se dirige a Amparo que también, además de su mascarilla, tenía puesto un gorro dejando visible sólo los ojos y parte de su frente. A pesar de esto la mujer la reconoce y le dice “Amparo, que alegría de verla y espero se recuerde de nosotros y nos ayude cuando la necesitemos.” Ella sonriendo le dice “por supuesto en unos 6 meses.” Enseguida, dirigiéndose a nosotros después que la mujer retorno a su labor nos dice: “Es una de mis clientas.”
Este, creo que es el momento cuando la colega nos relata la corta anécdota del inicio de esta historia. Lida y yo comentamos después de despedirnos de ella. ¿Qué te parece lo de participar con el Consejo?, le pregunto. “Muy bueno, eso es lo que esperamos y que veníamos hablando. Ella no puede decir que no. Somos dos testigos,” responde Lida. Cómo las cosas se van tornando en ese rumbo, de tener en un futuro cercano a Amparo, compartiendo sus experiencias con el nuevo personal de la agencia.

Efectos de la pandemia

El lugar donde nos encontrábamos sentados era un mostrador con sillas a ambos lados, con sus respectivas señales de distanciamiento, departiendo una taza de café en un lugar donde tienes que dar tu nombre y número telefónico. ¿Y si te sientas en una mesa a comer? debes demostrar pruebas que tienes las vacunas. Las mesas están rodeadas por una barrera con una sola entrada y salida. Un guardia de seguridad la vigila y se asegura de ver las pruebas para dejarte entrar. Nosotros solo dimos los primeros, solo nos tomaríamos un café. Y fue, como dijimos anteriormente, en el mostrador o “barra” como le dicen por acá.

Este evento de tres, aunque impromptu, es resultado de la pandemia. La historia de trabajo con la comunidad de Amparo y su relación con el Consejo de Desarrollo Hispano (CDH) y colegas de otras agencias comunitarias es merecedor de hacerle un homenaje en una sala amplia, como la de Casa Maíz, con todo el grupo de profesionales del trabajo social comunitario de esas agencias y, seguramente, seríamos un buen número.  De eso estoy seguro, lo haremos en el futuro.

Una coincidencia feliz

Antes de terminar con la historia del retiro de Amparo les contaré otra historia que, como dice el dicho, habla de qué pequeño es el mundo. Resulta que hace unos tres años en una reunión del grupo organizador de las celebraciones del Día Internacional de La Mujer, salió la conversación entre Amparo y yo sobre el tema de las experiencias que uno vive cuando recién llega a Canadá.

Ambos llegamos a principios de los setenta y lo más interesante es que descubrimos que estudiamos inglés en la misma escuela y con la misma profesora, Mrs. Cunningham. Amparo era una adolescente y yo un joven de veinticuatro años. Lo interesante es que la profesora era una señora ya retirada en sus setentas que hacía trabajo voluntario en la escuela, en el sótano de una iglesia de Salvation Army -Ejército de Salvación- donde todo mundo era bienvenido. Había estudiantes de todos los continentes. De Latinoamérica había estudiantes de El Salvador, Colombia, Ecuador, Perú, y Argentina. Entre estas y estos estábamos Amparo y yo.

Cincuenta años más tarde Amparo y yo, ya retirados como Mrs. Cunningham, estamos sirviendo a la comunidad, apoyándole en la solución de sus necesidades, además de compartir experiencias e impartir conocimiento a las nuevas generaciones de profesionales.

Manos, mascarillas y vacunas…

El lavado y desinfección de las manos, el distanciamiento de seis pies o de dos metros, el uso de la mascarilla como un implemento de vestir y el no estar en aglomeraciones son las reglas del nuevo normal.

Antes de entrar a lo de las vacunas tengo dos historias que quiero contarles. Una es sobre la desinfección de las manos y la otra sobre las mascarillas.                                                                                                                             

Sofia, una de mis participantes en el programa de consejería me mostró sus manos, de cómo las tiene tan resecas de tanto desinfectárselas a cada rato diariamente y con ello me contó un chiste: “Fíjese Don Luis que un amigo me mandó por WhatsApp un chiste de que un joven andaba buscando trabajo. Envió su hoja de vida a muchos lugares. De uno de esos le concedieron una entrevista. La persona entrevistadora le dijo que todo le parecía muy bien, sólo que no había ninguna información de su experiencia laboral para el 2021. La respuesta del muchacho fue de que ¿cómo iba a buscar trabajo, si todo el año se lo pasó lavándose y desinfectándose las manos?                                                  

Mascarillas en el TTC

Quiero comenzar este lienzo diciendo que en los últimos días he notado que mucha gente ha decidido no usar mascarillas, aunque vaya caminando donde hay aglomeración de gente. Eso lo vi en Queen Street East hace un par de días. En el transporte público también se observa esa misma tendencia, aunque no sean tantas personas. No falta quienes la llevan, pero solo cubriéndose la quijada y algunas pocas que no llevan por completo y abordan el autobús o tren con expresiones de desafío hacia los demás.

Aunque en los buses cada vez que se cierra la puerta y la voz en el parlante anuncia la próxima parada acompañándolo con el anuncio: “Please wear mask or face cover when riding the TTC”- Por favor use mascarilla o cubre cara cuando viaje en la TTC (Comisión de Transporte de Toronto. Lo mismo en las estaciones del tren subterráneo, donde el anuncio en alta voz dice que “es obligatorio ponerse mascarilla o cubrecaras … excepciones serán aceptadas. Y pienso ¿será que esta gente se está protegiendo detrás de esas excepciones?”    

Ave tempranera

Este nuevo y notorio normal, que le voy a llamar la era del COVID, debemos combatirlo además con algo más importante y contundente: las vacunas.

De acuerdo con las autoridades de salud es lo más efectivo si hemos de superar este mal. No importando cuantas tengamos que ponernos. A propósito, voy a relatar mi propia odisea.

Mi primer vacuna fue el 6 de abril en un lugar de vacunación masiva. La reservación fue hecha por teléfono y, al mismo tiempo, la persona que me atendió me dijo que quedaba reservado mi turno para mi segunda dosis para el 22 de julio, o sea tres meses más tarde.

En el día de la primera dosis mi cita era para las 5:20 pm y aunque me dijeron que llegara con diez minutos de anticipación, yo para estar seguro de que estaba en el lugar adecuado me presenté antes de las 5:00 y fui a preguntarle al miembro del cuerpo de bomberos que coordinaban la recepción, quien al saber a qué hora era mi cita me mandó a dar una ‘vuelta’ alrededor y que volviera en veinte minutos. Al volver, el proceso duro tres minutos, desde la recepción hasta cuando me mandaron a sentarme por quince minutos. La dosis fue Pfizer.

Proceso impromptu

El 9 de julio del año pasado acompañe a Doña Mary para su segunda dosis. Mientras ella estaba registrándose la persona encargada me preguntó “what about you?

Como dirían los muchachos del parque, ¿y con usted, que ondas? Yo tengo mi cita para el 22, le dije. “Se la puede poner hoy y cancele la del 22” me recomendó. Después de unas consultas con el personal supervisando, me pusieron la segunda dosis. Esta vez fue Moderna.                                                                                                                         

Ansiedad

Para la tercera dosis el proceso fue diferente y quizá más fácil. Al tener conocimiento por medio de uno de mis colegas que en la farmacia ubicada en el primer piso del edificio donde están las oficinas del Consejo estaban poniendo la tercera dosis y que solo había que ir y hacer una reservación. Así lo hice, y quedé agendado para el 22 de diciembre. Sin embargo, una semana antes de la cita me informaron que se movía la fecha para el 29. Ese cambio no me cayó muy bien, ya que en las noticias se escuchaba sobre la nueva variante Ómicron y que había que ponerse la tercera dosis a los tres meses de la segunda. Mi intranquilidad era que yo iba hacia los 6 meses y el número de afectados iba en aumento acelerado.

En la experiencia el día de la vacuna fue cuando los nervios se me aceleraron. La cita era para las 11:40 am. Pasaron 10 minutos y yo ya con la manga de la camisa arrollada, con el brazo listo para el pinchón. La manifiesta impaciencia de otra persona que hizo lo mismo que yo, solo aumentaba mi intranquilidad. Esto cambió cuando, la farmacéutica llegó y procedió a vacunarme no sin antes decirme que me relajara. Minutos más tarde, yo tenía mi tercera dosis o “booster shot” como le llaman acá -vacuna de refuerzo. Esta vez la vacuna de refuerzo fue Pfizer.
La cosa es que, a pesar de la odisea vivida, desde marzo cuando hice la llamada telefónica hasta este 29 de diciembre el resultado es de suma tranquilidad y satisfacción. Vacunándome, me protejo y protejo a mis semejantes. Gracias por su atención y hasta la próxima.  





contribuye   pixotronmedia
Hispanic Development Council
Consejo de Desarrollo Hispano
1280 Finch Ave West, Suite 203
North York, Ontario, M3J 3k6
CANADA
Boletín Línea Uno
Back to content